Con el fin de tramitar la visa de trabajo, me mandaron de la universidad a realizarme los estudios pertinentes, al mejor estilo occidental: examen de sangre y de orina, radiografía, examen de la vista, electrocardiograma, ecografía y revisación médica general. Un estudiante chino me hacía de intérprete, así que no tuvimos ningún problema en la comunicación.
Debo confesar que tenía cierto prurito con respecto a la extracción de sangre, pero el hospital estaba realmente limpio y cuando vi a los enfermeros con barbijos y guantes y las jeringas descartables me tranquilicé. La extracción se realiza en una especie de habitación, y cuando te registrás te asignan un número, te dan los tubitos para la sangre (¡!) y una especie de tacita pequeñita, de plástico, a la que le anotan con marcador tu número asignado. Cuando llegó mi turno, me acerqué al escritorio (posta: es un escritorio bien escritorio, con computadora, impresora, lapicero, cajones, etc.), le di mis tubitos, extendí mi brazo sobre la almohadilla, me pusieron la gomita y sin que sintiera nada procedió a realizar la extracción. Un capo. Cuando terminó le entregué la tacita, y me dijo algo en chino que por supuesto no entendí. El estudiante me tradujo: “esto es para el examen de orina”. Qué raro, pensé... ¿y la tapita? ¿Cómo se guarda? ¿Dónde se pone? Grande fue mi sorpresa cuando vi el destino de mi pis: mi tacita con el número 11 se encontraba precedida de otras diez tacitas con pis, todas depositadas por el propio meador en una hedionda bandeja situada a la salida del baño.
La medicina podrá ser la occidental, pero su realización es bien bien bien al mejor estilo oriental.
Visita al Hospital de Henan
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