Sweet dreams

Después del hospital, el estudiante que me acompañó me invitó a desayunar algo así como una sopa espesa semidulce con porotos, maíz, más porotos de distintos colores, “frijoles”, etc. Mientras la comía –con resquemor– pensaba en cuáles serían las consecuencias de mi primer desayuno oriental. Pues bien, dichas consecuencias me mantuvieron atormentada durante todo el día, hasta que me fui a dormir.
Esa noche soñé que estaba en una casa con otros extranjeros charlando, cuando de repente me paraba y se me escapaba un pedo, de esos ruidosos, indisimulables, un tremendo prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr estruendoso que salía desde lo más profundo de mis entrañas como locomotora de tren a vapor. Un poco avergonzada trataba de disculparme minimizando el hecho y aduciendo que la comida china no me estaba cayendo del todo bien. Los otros extranjeros, lejos de escandalizarse, tomaban con naturalidad mi percance y en solidaridad conmigo se inclinaban levemente hacia los costados con el fin de peer con ruidosa impunidad, y todos nos tirábamos pedos y nos cagábamos de la risa.

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