Deshidratada

La casa de mi abuela tiene una pileta de natación muy grande. Los veranos era el punto de encuentro obligado, allí aprendí a nadar, a tirarme de cabeza desde el trampolín, a bucear... Nos pasábamos el día entero adentro del agua, y sólo salíamos para comer o para pillar. Obviamente los más chicos fuimos víctimas del cuento ese de que la pileta tenía un líquido especial que se ponía rojo cuando alguien meaba. Hasta que descubrimos el vil engaño, salíamos cada vez que queríamos ir al baño. Mi prima Mariana tenía una habilidad extraordinaria para correrse la mallita y embocar el chorrito en el inodoro, yo en cambio quería imitarla y terminaba siempre con el pis escurriéndose entre mis piernas y un posterior charquito debajo de mis pies. Ni una sola gota caía dentro del maldito retrete. Jamás pude desarrollar la destreza de mi prima, y controlar semisentada la desviación de mi chorrito fue una ardua tarea que me llevó años y años de baños públicos.
En China, salvo en las casas, no hay inodoros, en todas partes hay letrinas. Y como eso me da mucho asco, además de tener miedo de repetir mis nefastas experiencias infantiles, casi no tomo agua.



2 comentarios:

  1. la letrina es el mejor invento para la vida pública. ya no más evadir el estúpido inodoro, hacer peripecias para no tocarlo, ni que tu ropa lo toque, y que haya lugar suficiente para cerrar la puerta, etc. por eso te recomiendo que apuntes puntería, tomes todo el líquido que gustes y disfrutes
    MC

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  2. no te creas, MC, que la letrina soluciona el tema de las peripecias de la ropa: el piso suele estar meado y si tenés pantalón puede resultar igualmente complicado!
    de todas formas ya me estoy acostumbrando a ellas, y solucioné el tema de la botamanga meada usando más polleras ;)

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